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El mundo está lleno de pueblos maravillosos, y quisiéramos pensar que todos podemos admirarlos con respeto, silencio y desde una distancia prudencial. Desgraciadamente, este no ha sido el caso de Binibèquer Vell, un pueblo pequeño y pintoresco de Menorca, que se caracteriza por las casas encaladas y calles estrechas que recuerdan a la isla griega de Santorini. Su encanto es un reclamo para los turistas de todo el mundo, y los locales y habitantes aseguran estar hartos de que todos los visitantes se detengan para tomar fotografías.
El número de turistas solo en Binibèquer Vell se ha disparado y ha alcanzado los 800.000 anuales, mayoritariamente entre los meses de mayo y octubre, y este año se ha calculado que aumentará hasta el millón. Los residentes se quejan desde hace años y las medidas para hacer frente a los daños causados por los turistas empezaron el pasado 2023.
Entre las medidas, se ofrecieron a los habitantes 15.000 euros para ayudarles a limpiar la basura que el turismo dejaba en el pueblo. Este año, se suma que los visitantes solo podrán entrar en el pueblo entre las 11 de la mañana y las 8 de la tarde. Según ElDiario.es, un vecino confiesa que "[los turistas] entran en las casas, se sientan en las sillas, suben a nuestras paredes, hacen fiestas al aire libre con alcohol". El vecindario asegura que, si no se establecen medidas más estrictas, esta situación seguirá afectando a los residentes durante los meses de verano de 2024.
Óscar Monge, que lidera el grupo que representa a los 195 propietarios de Binibeca Vell, ha explicado que, aunque están preocupados por los propietarios de hoteles, bares y souvenirs que dependen del turismo local, sienten que no tienen más remedio que proponer cerrar completamente acceso al pueblo. "Desde la costa todavía se podría visitar el perímetro del Binibèquer Vell, pero no se podría entrar en las calles interiores", explicó a The Guardian.